Candil de la casa, faroleándo en la calle

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La noticia es indignante, devastadora, trágica. 72 migrantes mexicanos fueron encontrados en una fosa dentro de un rancho en Arizona. Se presume que fueron asesinados por los minuteman o por los grupos afines al cheriff Joe Arpaio. El Presidente Calderón protestó enérgicamente, culpa directamente al Presidente Obama por no entrarle de lleno al tema de la reforma migratoria. Organizaciones en pro de los Derechos Humanos, activistas y la comunidad latina en EUA reprueban categóricamente este hecho.

Naturalmente, la indiganación nacional es unánime, es una afrenta al país. El racismo llegó a límites hitlerianos. La policía del DF refuerza la seguridad en la zona de la embajada de EUA, los consulados ubicados en zonas fronterizas también solicitan mayor presencia policiaca. Se teme una ola de ataques contra las representaciones estadounidenses en México. El Presidente Obama asegurá que dará con los culpables y los llevará ante la justicia. La comunidad latina en EUA exige que se les aplique la pena de muerte.

Estas habrían sido las crónicas en los medios de comunicación mexicanos, si los 72 migrantes ejecutados hubieran sido encontrados en el norte del río Bravo. Exigimos justicia, trato humano a nuestros paisanos en suelo estadounidense, pero aquí hacemos todo lo contrario. Al centroamericano lo extorsionamos, lo secuestramos. Ahora lo matamos también. Nos quejamos de que la ley SB70 perfila racialmente a los sospechosos, pero en nuestra frontera sur es igual. La descomposición social es casi total. No hay respeto por el otro. En ningún ámbito. Te le cierras al del carril de junto para ganar 2 segundos. Tiras basura y tapas las coladeras. Luego tu vecino se inunda porque el drenaje colapsó.